The Rose: Come Back to Me (Documental)— cuando la autenticidad florece en medio del ruido

Desafíos infinitos, cuatro artistas, una amistad, un sueño y su banda.

Y entonces, vuelve la esperanza… No es fácil convertir los sueños en realidad, pero ellos lo están logrando. Con una transparencia poco común en el complejo mundo del entretenimiento —especialmente en la industria coreana—, The Rose ha sabido presentarse y meterse en el corazón del público.

La sala se fue llenando de rostros occidentales. Aunque el Festival de Cine de Busan es internacional, rara vez sus proyecciones reúnen a tantas personas fuera de Asia. Había espejos, pintalabios y hasta colonias sobre las sillas antes y después de comenzar las fechas del estreno internacional de The Rose: Come Back to Me documental, en el marco del prestigioso evento asiático el pasado septiembre de 2025.

Curiosamente, en mi playlist diaria tenía una canción suya. No recuerdo cómo llegó ahí, pero me gustó. Me la sé de memoria, aunque hasta ese día poco sabía de la banda detrás de ella: un grupo coreano de rock/pop indie y rock alternativo.

Frente a mí, se desplegó una historia de crecimiento y desafío: la vida artística de cuatro jóvenes —Kim Woo-sung (Sammy), Park Dojoon (Leo), Lee Ha-joon (Dylan) y Lee Jae-hyeong (Jeff)— que un día soñaron con ser idols dentro de la exigente industria del K-pop, pero con el anhelo de no perder su independencia creativa ni personal.

Eugene Yi dirige el documental de The Rose y, en 87 minutos, nos transporta desde aquellos sueños adolescentes hasta los cruces de caminos que los unieron en la inmensa Seúl. Las calles de Hongdae los vio nacer como banda, y desde entonces caminan juntos, enfrentando conflictos con su agencia, presión mediática y la exposición pública, a veces tan exigente como cruel.

De manera concisa pero emotiva, los protagonistas relatan sus desafíos para sobrevivir en la carrera hacia la fama. Nada ha sido en vano: tras años de búsqueda encontraron un equipo que comparte sus principios y que les ha permitido mantenerse unidos y conquistar escenarios como el de Coachella o estadios en su gira mundial.

Ahora bien, ¿por qué me atrapó?
Porque, en la sociedad moderna, es muy difícil escapar a la tentación de la uniformidad, también en el arte. Y aunque The Rose no ha estado exenta de esa tensión, hay en ellos un gesto de rebeldía, una revolución silenciosa. En una cultura asiática aún muy conservadora —sin juzgar si eso es bueno o malo—, el artista suele verse absorbido por la maquinaria de la perfección, perdiendo parte de su humanidad.

Y es que el arte no nace de la perfección, sino del error, del dolor, de las cicatrices. La industria, con toda su contradicción, olvida a menudo eso. Pero seguimos necesitando encajar sin traicionarnos demasiado.

The Rose: Come Back to Me resulta inspirador, casi terapéutico. Es un recordatorio de que la vida del artista es una montaña rusa: un día se roza la cima, al siguiente se cae. Y, aun así, seguimos creando, porque en esa utopía también habita la belleza.

No hay que ser Black Roses —nombre que recibe el club de fans de la banda— para que estos minutos te llenen el espíritu de inspiración, así que en 2026 cuando llegue a las salas de cine alrededor del mundo, ábrete a la posibilidad de mirarla.

Luego, me cuentas qué te pareció esta recomendación.

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