2025: el año de sentir

2025: el año de sentir
Tomada de la puerta de mi vecino

Es la madrugada del primer domingo del año, y, como muchos, estoy a la expectativa de lo que traerá este 2025. Sin embargo, no quiero que me consuman los anhelos; quiero fluir con la vida. Entre tantas cosas aprendidas, he comprendido que muchos sueños se iluminan cuando se hacen realidad, y así de inesperado y hermoso puede ser este camino.

Estas son las lecciones aprendidas en los últimos diez años por una mujer errante o, quizás, simplemente humana. Si alguna vez sientes que tomas demasiadas malas decisiones, no te juzgues. Abrázate fuerte. Recibe los golpes, resiste los vientos inesperados, y no permitas que la profundidad te ahogue. Patalea con fuerza para volver a la superficie. Pelea con otros y contigo misma, pero no guardes rencor. Reconcíliate cuando tu corazón lo pida.

Siéntate a mirar el cielo: es tan cambiante como la vida misma. Aunque el tiempo no se detiene ni retrocede, el sol sale todos los días. Esa es la lección que me regaló mi vecino, un niño, que escribió esas palabras y las colgó en su puerta, las acogí como mantra y excusa para mirar el cielo en un respirar profundo cuando salgo de casa.  

Toda construcción se puede derrumbar

No importa cuánto te haya costado levantar la mansión o el templo que eres; lo has logrado con lo que tenías. Sin embargo, algún día puede derrumbarse, porque en esta existencia se cae lo que debe caer. Aun así, no debemos dejar de sentirnos orgullosos, ya que hay un terreno que hemos conquistado. Hay paredes que ya no nos representan, y puede ser la oportunidad para reformar y transformar; siempre habrá cosas que queramos cambiar.

Hay cosas que no encajan, ¿alguna vez has visto algo hermoso y te encanta verlo en otros, pero no en tí? aferrarnos a lo que sentimos propio, es nuestra especialidad y la de la sabiduría divina es derrumbar aquello que ya no tiene lugar. Hablo de la vida, de las relaciones y de nosotros mismos. Cuando algo que valoras se derrumbe, llóralo; solo tú sabes cuánto significa. Pero vuelve a construir, y aunque un día pueda volver a caer, míralo como la magia de la vida: una oportunidad para levantar ciudades enteras.

El agua y la vida son tan valiosos que no pueden retenerse entre las manos

Esta frase la conocí con el dolor de ver un cuerpo deteriorarse y ser lo que es: naturaleza y trascendencia. Me gusta pensar eso cuando lo recuerdo. Fluir es una palabra muy común en la actualidad, pero realmente es difícil dejar correr el agua que somos. Va más allá de que “nada te perturbe”, porque, ¿realmente nada te perturba? Esto me lleva a pensar que sí: hay instantes donde nada perturba. Bajo un momento de oración, meditación, o la alegría profunda de compartir con alguien, estar en el presente completamente es lo más cercano a la plenitud de que nada nos perturbe. Sin embargo, estamos dotados de una mente que trae ideas, transformadas en pensamientos, que nos sacan de ese instante donde el agua está en nuestras manos solo para recordarnos que su naturaleza es fluir.

El amor, el dolor y la felicidad son las experiencias más individuales que generan mayor empatía

Nadie entiende un dolor o un amor que no sea el propio. Aunque somos parte de una creación masiva, cada universo interno es único. En una casa, no todos aman igual, aunque es más fácil agruparnos por emociones y acciones similares. Es hermoso: nuestra capacidad de conectar desde el corazón nos acerca como humanidad. ¿Y la felicidad? Para mí, proviene del alma. A veces ni siquiera sabemos por qué algo nos hace felices; simplemente lo sentimos.

El desequilibrio es tan bonito como el equilibrio

Mantenerse en una cuerda requiere especial atención; incluso hay que saber cómo respirar. Ese equilibrio solo cobra sentido cuando tienes miedo a lo desconocido o cuando ya has caído. Lo comprendes cuando sabes lo que pasa al desenfocarte. Ambas situaciones nos emocionan, y en la emoción hay vida. Tampoco puedes mantenerte firme todo el tiempo; con el paso del tiempo, te agotas. Si sabes lo que va a pasar, te planteas asumirlo y empezar de nuevo. El estado de equilibrio requiere precisión y estabilidad, pero nosotros somos cambiantes.

Ahora bien, comenzamos una temporada, de esas que cada vez parecen pasar más rápido. Estas son una mínima parte de lo aprendido durante este tiempo. Hay épocas en las que simplemente existimos y hay días que nos dan lecciones para toda la vida. No necesitamos buscar ser aprendices; el camino nos enseña lo necesario para sobrevivir. Y aunque no soy maestra, me gusta expresar la humanidad que llevo dentro.

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