Florecer aunque nadie mire: un viaje de crecimiento personal femenino

¿Quien Soy hoy?

Se sorprenderán todos los que hoy conmigo se cruzan y conocen esta versión feliz, plena, conectada conmigo misma y, sobre todo, con tantas ganas de vida. Dejé de existir y me dediqué a vivir. No fue un acto de rebeldía contra el sistema; ha sido una revolución interna. Quizás, para muchos, una simple evolución natural de los años que hacen que vayas madurando.

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¿Qué es eso de madurar?

Aunque madurar es ese desarrollo integral que, con la experiencia, hace que nuestras emociones, nuestra mente y visión social se adapten, se transformen y edifiquen —personal y colectivamente—, la verdad es que, para mí, ha sido un proceso complejo. Sé que en muchos de mis sentires no estoy sola. Al final, con todo lo especiales y únicos que somos, la naturaleza de nuestras culturas, contextos y, posiblemente, nuestra biología nos dota de similitudes que nos acercan y nos permiten construir una bonita red de empatía.

Volver a Dios: espiritualidad en proceso

Ahora bien, tampoco podemos atribuir todo el crecimiento a la edad. Sí, aporta, porque cuantos más años, más camino recorrido. Aun así, nuestros universos están llenos de complejidades y entramados volátiles y cambiantes, que hacen del corto paso por la Tierra un viaje aparentemente largo y difícil. Mi refugio siempre es Dios, pero no siempre fue así.

Tal vez un día hable de mi proceso espiritual. Todos hemos experimentado el estar perdidos en nuestras propias sombras, buscando salvarnos, muchas veces nadando más profundo. Un poco irónico, y también necesario. 

La estabilidad que me piden, la libertad que elijo

Y mientras en lo interno sigo descubriendo, en lo externo me piden certeza, quienes me rodean siempre han reclamado la estabilidad: de un trabajo, de una decisión, de un proyecto, de la vida. Recibo con amor esa petición. He aprendido, poco a poco, a mantener y cuidar muchas cosas: relaciones, metas, proyectos. Sé que no todo en la vida son temporadas de tres meses, que la raíz crece y se aferra a la tierra, que las ramas se hacen fuertes con el paso del tiempo. Pero también sé que aún no han llegado a mi vida esas cosas que me hagan desear pasar la vida entera entre sus ciclos. No estoy cerrada a recibirlas cuando lleguen. De hecho, mi corazón está más abierto que nunca, con la ingenuidad con que se recibe todo lo nuevo: sin experticia, pero con el alma despierta.

Esta versión de mí

Del pasado, hoy solo traigo conmigo esta versión feliz, plena, profundamente conectada, a veces aventurera y siempre agradecida por estar viva. No te prometo que un día no te cruces con otra versión de mí, ni que mis sentires se identifiquen siempre con los tuyos. Pero sí puedo prometerte que volveré a florecer, aunque tú ya no estés para verlo.

He elegido como estilo de vida: edificar la mujer de mis sueños todos los días, lo más bonito es que todas lo estamos intentando. 

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Un deseo

Esta semana deseo, con todo mi corazón, que tú y yo nos aferremos a nuestros sueños. Que creamos en nosotros. Que nuestros anhelos sean humildes y que, segundo a segundo, actuemos en armonía y rectitud con esa forma de vida que reposa como un deseo en nuestro corazón. 

¿Te resuena esta reflexión?
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🔹 Contradicciones que habitan
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